Como ceramista, he pasado mi vida con las manos en la arcilla, entendiendo que para crear algo bello y duradero, la materia prima debe pasar por el fuego. Como empresario y coach, apliqué ese principio a los negocios y proyectos, buscando siempre transformar el potencial en realidad.

Pero la vida me ha sumergido en el laboratorio de alquimia más profundo de todos: acompañar a mi esposa, Ivette, en su valiente proceso de sanación contra el cáncer.

Mi crisol ya no es un horno de cerámica, es el corazón de nuestro hogar. Aquí, la materia prima no es la arcilla, sino el miedo, la incertidumbre y el agotamiento. El fuego es la propia adversidad. Y el trabajo diario consiste en aplicar la paciencia, el amor y la consciencia para transformar estos elementos densos en fortaleza, gratitud y una conexión más profunda.

Desde este laboratorio, he encontrado mi verdadera misión: documentar el proceso de transformación. No te ofrezco una fórmula mágica para evitar el fuego, sino las técnicas que estoy descubriendo para usar su calor y forjar algo valioso.

Mi propósito es compartir esta alquimia, para que puedas encontrar el oro que yace oculto en la materia prima de tu propia historia.